Actualmente, consideramos lo "antiautoritario” como un concepto anti sistémico que se opone a la represión y alude a la libertad innata del hombre. No podemos aceptar que la educación se conciba bajo los parámetros de la coerción, ya que el poder opresor que tiene la sociedad sobre las personas lo traspasa a la institución educacional, y esta a su vez a las que se están educando. Estamos frente a un círculo vicioso que constituye la base de la sociedad, y que desinhibe los deseos naturales del ser humano. Podemos inferir que si una persona ejerce represión sobre otra, esta última igualará esa misma conducta hacia el mundo que lo rodea, teniendo como resultado un efecto dominó.
Consideramos que el ser humano es el protagonista de la educación, ya que dado en el contexto histórico en que se desarrolla la pedagogía antiautoritaria, y todas sus restricciones, como por ejemplo la revuelta de la Segunda Guerra Mundial, se vuelca poco a poco en sí mismo, reconociendo una decepción por el mundo que lo ha educado, y separándose completamente de las instituciones que en algún momento lo denigraron.
Diversos autores han puesto en marcha esta ideología crítica, como Neill que propone que lo único que queda en este mundo devastado es la bondad del ser humano. Por lo tanto, la felicidad es el resultado de un ser liberado de las represiones que busca nuevas formas de vida, especialmente en su educación con una enseñanza orientada al desarrollo en comunidad.
Sin embargo, otros autores avalan esta ideología, pero rescatan que la libertad debe ser proyectada para los demás, es decir, debe marcarse en un plano social y no tan sólo de forma individual, como por ejemplo Paulo Freire y Henry Giroux.
Si bien, estas pedagogías concuerdan con nuestro parecer y pensamiento, resultan un tanto utópicas a la hora de concretar e implementarse en nuestra sociedad, ya que el mundo se encuentra bajo el alero de la competencia en donde la felicidad radica en el éxito.
Se nos inculcó desde pequeños que la prioridad es pensar en nuestro porvenir, y que el estudiar, como un saber enciclopédico, es el camino para llegar a la meta impuesta. Las personas no aprovechamos la escuela como una instancia de educación integral, ni para conocernos ni para darnos cuenta que es lo que nos hace mejores personas.
Para que las pedagogías antiautoritarias se apliquen en nuestro sistema educativo se debería cambiar la mentalidad y la perspectiva de la sociedad, y además la influencia directamente del sistema capitalista, donde nos instruye en un éxito individualista y más que beneficiarnos es una carga sobre las personas.
La pedagogía crítica si es aplicable en nuestro país, ya que los principios que propone es lo que esperamos ver en un profesor. Nuestra experiencia en el aula como alumnos, nos permitió vislumbrar a profesores con estas características., como por ejemplo la humildad y el incentivo a la crítica y cuestionamiento de nuestro entorno.
En consecuencia, la pedagogía crítica incita al cambio, a la transformación del mundo y del ser humano para mejorar la relación entre hombres y mujeres, y sobre todo, estimula a que las personas sean autónomas, en cuanto a un pensamiento crítico y una ideología propia.
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